17.3.14

Marruecos. Día 1. Marrakech, entre el caos y el regateo


Eran aproximadamente las 10:00 am cuando aterrizó el avión. Un vuelo de una hora de duración desde Sevilla, el calor no era muy diferente, pero la gente sí que lo era. Por primera vez estaba en un país Árabe, Marruecos.
Aeropuerto de Marrakech-Menara
Día 1.
Teníamos una reservación en un pequeño hostal a unos 300 m de la Plaza Jemma el Fna por lo que lo primero que hicimos al llegar a Marrakech, Marruecos, fué dirigirnos hacia el lugar donde nos hospedaríamos y consideraríamos nuestro lugar más confiable en la ciudad. Al llegar, se nos asignó un cuarto que en teoría compartiríamos con un total de ocho viajeros, al final, el cuarto fué para nosotros tres. Entre documentos, pasaportes, billetes e itinerario, pasó la mañana sin mucho que hacer más allá de descansar. Fué hasta la hora de la comida que salimos finalmente a recorrer una ciudad que, sin saberlo, me sorprendería de sobremanera.




Cuscús
Nos dirigimos hacia una pequeña fonda donde sabíamos podríamos probar algo de la comida típica marroquí, fué aquí donde probé por primera vez el Cuscus con carne de res, un platillo tradicional del norte de África, hecho a base de sémola de trigo que se ha llegado a considerar como el plato principal de las familias. Para acompañarlo (y lamentablemente no habiendo más que beber) la Coca-Cola presente solo que con envoltura diferente.


Después de una hora de estar en el pequeño restaurant, decidimos dar una vuelta por la Plaza para después recorrer el Zoco. Cuál fué nuestra sorpresa al salir y darnos cuenta que el lugar donde habíamos comido estaba situado en una calle peatonal que rápidamente se había convertido en un mercado ambulante, con un mundo de gente caminando en ambas direcciones y sin orden alguno, mujeres con largas túnicas, algunas cubiertas de pies a cabeza, otras, la mayoría con una vestimenta a la que llamaríamos "normal". Aquí comenzaría nuestra aventura por Marruecos.

1 Dirham (dhm)= 1.5 MXN 
  Entre puestos de lentes, música y fayuca en general, caminamos entre la gente para llegar a la Plaza Jemma el Fná.



La plaza es la típica plaza que uno ve en los reportajes de Marruecos, caótica de día, llena de vida por la noche, transitable por la mañana; de dimensiones muy grandes, se encuentra rodeada por la medina, nombre que recibe el casco antiguo de las ciudades árabes, donde podemos encontrar los principales administrativos y gubernamentales.

 
Plaza Jemma el Fná
Por la mañana la plaza no es más que una gran plancha de concreto por la cual transitan sin diferencia alguna automóviles, carretas jaladas por burros, bicicletas, motocicletas y el peatón. Todos en un desorden que sólo ellos entienden. Sin accidentes, ni embotellamientos, el caos es algo perfectamente normal para los locales, mientras que para el foráneo puede ser un deporte extremo para poder atravesar. ¡Una cosa muy divertida!.

La plaza es la típica plaza que uno ve en los reportajes de Marruecos, caótica de día, llena de vida por la noche, transitable por la mañana; de dimensiones muy grandes, se encuentra rodeada por la medina, nombre que recibe el casco antiguo de las ciudades árabes, donde podemos encontrar los principales administrativos y gubernamentales.

Por la mañana la plaza no es más que una gran plancha de concreto por la cual transitan sin diferencia alguna automóviles, carretas jaladas por burros, bicicletas, motocicletas y el peatón. Todos en un desorden que sólo ellos entienden. Sin accidentes, ni embotellamientos, el caos es algo perfectamente normal para los locales, mientras que para el foráneo puede ser un deporte extremo para poder atravesar. ¡Una cosa muy divertida!.

Al caer la tarde, la plaza se convierte en un espectáculo al aire libre, una verdadera maravilla para cualquiera que lo vea. Una situación totalmente surrealista para los que no están acostumbrados, pero un regalo para la vista de quien lo visita. La temperatura comienza a bajar, es el momento ideal para salir a disfrutar. Familias enteras se dirigen a Jemma el Fná con diferentes propósitos. En la plaza se puede encontrar de todo, y cuando digo de todo, me refiero a TODO. Juegos tipo feria donde el premio es una botella de refresco expuesta durante meses al sol, dando así una Cocacola con un color bastante divertido; puestos de fruta, jugos y agua, frutos secos; domadores de animales, cobras, ardillas; monos en bicicleta, todos ellos dispuestos a tomarse una foto por una módica cantidad. Animales que más que "domados" parecen drogados por una sustancia blanca que les dan para que estén en estado de shock. Por supuesto, está estrictamente prohibido tomar fotografías sin la autorización de los dueños de los animales, de hacerlo, te arriesgas a que te sigan con una serpiente por toda la plaza hasta que les des una moneda. Si pagas, recibes un increíble trato, si no pagas, atente a las consecuencias. Todo se trata de respeto a fin de cuentas. Aunado a los animales, uno puede encontrar personas ejerciendo todo tipo de oficios, desde una reparación y boleada de zapatos, hasta un dentista realizando una extracción con quien-sabe-que instrumentos en quien-sabe-que condiciones de sanidad.

 

                                                    

Al llegar la noche, la plaza se convierte nuevamente, ésta vez dando lugar a una gran cenaduría. De la cual hablaré más adelante.

Después de caminar un rato por la plaza, y antes de que obscureciera, visitamos el Zoco, justo a un lado de Jemma el Fná. El Zoco de Marrakech es uno de los más grandes y famosos de Marruecos, se trata de un gran mercado con callejones cerrados y al aire libre, un mercado con mucha magia, un mercado donde lo que predomina son alfombras y telas multicolores, especias de miles de formas y colores, pipas árabes y decoraciones de metal en general. Un verdadero deleite para la vista.


Visitar el Zoco es toda una experiencia y comprar en él, es muchísimo mejor. Comprar en Marruecos es todo un arte donde el regateo es el principal actor. Los precios normalmente están al triple y el "deber" del comprador es regatear. Todo esto siguiendo una tradición milenaria donde la discusión por el precio es parte de la compra-venta. El comprador no puede ir por ahí preguntando el precio de todo, puesto que, de acuerdo a la forma de pensar de los marroquíes, si preguntas el precio de algo, es por que realmente te interesa y estás dispuesto a comprarlo. El comprador entonces puede tomar dos posiciones, decidir tajantemente no comprarlo puesto que el precio "sea muy alto" o empezar a regatear, sabiendo que está casi obligado a comprar lo que desea. Si el comprador comienza a regatear, la situación se pone interesante. En algunos lugares, el vendedor ofrece té de menta como buen comerciante mientras tiene una amena discusión con el comprador. A pesar de que el regateo es el pan de cada día de los comerciantes, puede llegar a ser algo cansado, pues no son los vendedores más fáciles de convencer aunque no por eso no sean flexibles. Yo por ejemplo, me convencí de lo malo que soy regateando, pues, compré una pipa árabe (shisha) por 100 dirhams, cuando su precio original era de 300, después me doy cuenta que valía menos. Pero sin duda, la regateada, lo valió todo!.


Regateando por la pipa árabe

Tienda de alfombras
     
Especias y camaleones
                           
                                  Un recorrido con magia.
Zoco de Marrakech
       
                                    























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