El verano pasado recibí varios comentarios de sorpresa y literalmente, de admiración por "atreverme a viajar yo solo tan lejos", cosa que curiosamente, fue más de sorpresa para mí, pues me dí cuenta que había olvidado el pequeño detalle de comentar que me iría del otro lado de Atlántico yo sólo por un par de semanas.
Entre mis tantos ratos de ocio, me puse a pensar lo correcto que eran los comentarios y cuanta razón tenían al juzgarme loco. Aquí lo interesante, es conocer lo que cada quien tiene como definición de locura; si disfrutar a mi ritmo, cambiar planes, modificar horario, eliminar o incluir nuevos lugares, y sobre todo, el no tener que esperar a alguien o seguir las órdenes de una persona, entran en la definición de rareza, entonces sí soy raro y estoy completamente loco. Lo más interesante, es que el mundo está lleno de locos y conocer a alguno de ellos, es la experiencia más maravillosa que alguien pueda vivir mientras viaja. Obligado por las circunstancias de soledad, hasta el viajero más callado, se ve en la necesidad de comunicarse como dios le dé a entender, o como su capacidad lingüística se lo permita.
A pesar de que las redes sociales nos mantienen en contacto con las personas de nuestro lugar de residencia, el sentimiento de soledad mientras viajamos solos, llega tarde o temprano, y es ahí cuando el viaje se pone emocionante. Basta con un simple "Hola, ¿De dónde eres?" o "¿Qué lugares has visitado?" para terminar con una buena amistad además de un lugar donde hospedarte en otro lugar del mapa. Iniciar una charla no es fácil para todos, yo mismo era la persona más insegura para platicar con alguien que no conocía, pero una vez que entendí que todos en el fondo somos iguales, que a muchos más también les da pena y que yo puedo ser el que toma la iniciativa, descubrí lo interesantes y diferentes que pueden ser las anécdotas del viaje; desde pasar una noche de fiesta, hasta hospedarse y vivir como tu nuevo amigo en su ciudad.
Las vivencias serán innumerables y por supuesto las situaciones no-tan-agradables nunca faltarán. Lo importante son las muestras de apoyo, cariño y admiración; esas, valen mucho más que las de odio, enojo y envidia que por supuesto estarán a la orden del día. Gracias a quienes se toman la molestia de leer mis pocas o muchas líneas; de ver las fotos y compartirlas, y de estar literalmente ahí escuchando mis anécdotas y tonterías que a veces (o muy frecuentemente) les comparto.
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